domingo, 10 de noviembre de 2013

DESCLASIFICADOS




Cuando una mañana de jueves del mes de Abril, de camino al gimnasio, alcé la mirada hacia la fachada del teatro de mi ciudad, Basauri, y vi un enorme cartel colgando de una de las ventanas del segundo piso, me quedé completamente impactada. Tres reconocidos actores iban a venir a escenificar una obra de teatro de la que poco había escuchado hasta entonces: “Desclasificados”. He de reconocer que me invadió una emoción enorme pues nunca antes había tenido la oportunidad de ver sobre las tablas a Alicia Borrachero, Jordi Rebellón y a Joaquín Climent. Pronto comencé a indagar por cómo y cuándo conseguir mis entradas y en alguien que quisiera acompañarme (aunque tenía muy claro que si nadie quería venir, no por ello me lo iba a perder) Finalmente, con las entradas en mi mano sólo quedaba esperar a que llegara el sábado 9 de Noviembre a las 20.30 de la tarde.

Sentada en mi butaca, y con el nerviosismo haciendo su aparición en el tembleque de mi pierna derecha, aguardaba con entusiasmo el inicio de la obra de Pere Riera. Todo lo leído hasta el momento sobre la obra hizo que mis expectativas fueran bastante altas y he de decir, que fueron alcanzadas. Tres maravillosos personajes, con una infinidad de matices y una ejecución impoluta, de los cuales hablaré más adelante, dan cuerpo a una historia que bien se nos advierte no trata ni de política ni de periodismo, sino que atiende más a esa delgada línea entre la moral y lo ético en el ámbito público y privado. Silvia (Alicia Borrachero),  es una reputada periodista que se encuentra ante uno de los momentos más importantes de su carrera profesional. Con una suculenta información en la recámara, se encuentra a escasos minutos de realizar una entrevista al Presidente del Gobierno (Joaquín Climent) en riguroso directo. Dicha información perfectamente podría suponer un escándalo de consecuencias incalculables, lo cual se traduciría en un avance sustancial en su carrera si saliera a la luz. Sin embargo, lo que a priori podría parecer una tarea ordinaria, se ve enturbiado por la presencia del Jefe de Prensa del Presidente, Cáceres (Jordi Rebellón), y por un problema familiar de la periodista que irrumpe sorpresivamente por pura… ¿Casualidad?


Lo que sucede o deja de suceder durante los 85 minutos que dura la obra, es preciso que lo degustéis vosotros, por ello, tranquilos, no pienso destriparos absolutamente nada más. Permitidme, no obstante, unas apreciaciones. Es difícil pensar, que en un espacio reducido, con un par de sillones, una mesa, dos maceteros, una fotografía, una pecera, y un cuadro por atrezzo se pueda llegar a perfilar una historia de tal calibre; sin embargo, el mejor escenario posible para degustar esta obra es el creado por sus silencios. Es entonces cuando realmente te das cuenta de lo que se está viviendo ahí arriba, bajo los focos, cuando las palabras se callan y hablan el cuerpo, la mirada y el ambiente. La distensión inicial poco a poco se va endureciendo y la expresión de “se puede cortar el aire con un cuchillo” toma cuerpo.

3 son las escenas que marcan los tiempos de esta obra, cada cual más intensa, dónde la risa, la indignación, la sorpresa (porque señoras y señores, el factor sorpresa está ahí, justo delante de sus ojos y ni siquiera lo olerán hasta que crean haberlo visto todo) y por supuesto la reflexión están garantizadas.



Es de agradecer, y con ello termino, que no sólo la historia sino la propia caracterización de los personajes haya sido realizada con tanto gusto y profesionalidad. Podría decirse que, de todos, el personaje más arriesgado es el interpretado por Alicia Borrachero, pues su exposición ante el público es prácticamente a tiempo completo. Son de alabar, no solo sus capacidades interpretativas, que son excepcionales, sino también su concentración y saber hacer. Definitivamente es uno de los papeles más duros y difíciles de mantener y controlar que yo haya podido conocer en una obra de teatro, y por ello, me fascinó y fue ganando a medida que avanzaba la obra.

El Señor Presidente, por su parte, también es un personaje un tanto peculiar. Atendiendo a su expresión corporal se puede observar el estudio que el actor ha realizado de la gestualidad en la política, tan importante y a la vez, tan escenificada, juntar las yemas de los dedos mientras se está sentado, una postura elegante, caminar pausado… Además de la lavia que tiene, como todo “buen” político. Realmente, es un personaje oscuro, a pesar de ello, me encandiló por la cantidad de sensaciones aberrantes que me hizo sentir. Cumplió su papel, sí señor.


Y, para concluir, el señor Cáceres personaje muy importante también en todo este entuerto. De carácter bastante pintoresco, es capaz de imprimir el factor sorpresa en cualquier momento a la par que se convierte en alguien cabal, responsable y defensor del bien nacional. También, cómo no, uno de los ingredientes para ese exquisito plato que disfrutamos.

Desde aquí, mi más sincera enhorabuena a los actores, al director y por supuesto a todo el equipo que hay detrás. “Desclasificados” es una de las mejores obras de teatro que jamás haya visto. Os la recomiendo encarecidamente y también os recuerdo que cualquier parecido con la realidad (porque yo también lo llegué a pensar mientras la veía) es una casualidad.


¡Ah! ¡Y cuidado con como miráis! No vaya a ser… que os traicione el subconsciente… 

PD: Cuando el telón se baja, Silvia, el Presidente y Cáceres, vuelven a ser Alicia, Joaquín y Jordi. Gracias a los tres por permitirme daros mi enhorabuena personalmente porque era la única manera que tenía de corresponderos con lo que vosotros me disteis a mí ayer, que fue mucho más de lo que podáis imaginar. 

Las fotografías han sido sacadas de diversos portales de Internet. 

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